Inaugurado en 1838 con el enterramiento de un esclavo del Rincón de Zárate, en su interior se destacan ejemplos de arquitectura funeraria de alto valor patrimonial. Antiguas bóvedas con puertas lápidas de mármol con bajorrelieves que datan de la segunda mitad del Siglo XIX, enmarcan las primitivas dimensiones de este Camposanto. Bajo el veredón que conduce a la cruz central, se ubica la fosa común de los muertos por la epidemia del cólera de 1868, cuyos cuerpos eran trasladados desde El Lazareto, bordeando el pueblo para evitar mayores contagios.
Ideal para:
Visitar durante paseos al aire libre
Visitar con chicos
Visitar en días de lluvia