(Exaltación de la Cruz 7 de Enero de 1869 – Buenos Aires 17 de Marzo de 1935)

Corría 1901 cuando llega al puerto de Buenos Aires el buque sueco “Antarctic”. Su destino final, la Antártida. A bordo se encuentran los científicos y técnicos suecos y noruegos más destacados del momento. Su misión, explorar el Continente Blanco. Luego de aprovisionarse y embarcar al oficial argentino Sobral parten rumbo al sur no sin antes coordinar con el gobierno argentino el derrotero a seguir y el rescate que habría de efectuarse si no volvían a puerto a una fecha determinada.

• Y así fue que, luego de días de navegación polar, los hielos aprisionaron y destrozaron la robusta nave en mil pedazos, por lo que los náufragos debieron buscar refugio y esperar la llegada de un posible rescate.
• La nave elegida para la operación argentina de salvamento es la corbeta “Uruguay”, a la que debieron adicionarle calderas y un sistema de calefacción, además de reforzar su casco para la navegación antártica. Para comandar la misión, que se convertirá en la Primera Expedición Argentina a la Antártida, se designa al entonces Teniente del Navío Julián Irízar, hijo de estas tierras.
• Luego de semanas de navegación entre témpanos y icebergs, la corbeta “Uruguay” fondea en la isla Symour donde el 8 de Noviembre de 1903 se produce el primer encuentro entre Julián Irízar y parte de los sobrevivientes. En los días sucesivos la totalidad de los náufragos, junto a los fósiles descubiertos, serán embarcados.
• Finalmente el 2 de diciembre de 1903 la desarbolada corbeta “Uruguay” entra al puerto de Buenos Aires entre los aplausos del público y las sirenas de los barcos. “Recuerdo todos los incidentes de ese viaje como si hubieran ocurrido ayer. La gratitud de todos los sobrevivientes de la expedición Nordenskjold hacia la Argentina y hacia el digno caballero que era el Comandante Irízar está tan fresca como lo estuvo hace ya 32 años…
• Recuerdo – Continua Skottberg – el día que llegó la Corbeta al campamento. La noche anterior, uno de los pilotos suecos del Antarctic, chanceándose había preguntado: “¿qué dirían ustedes si mañana nos despertara un buque de salvamento? Nuestra miseria no se prestaba a las bromas y recibimos mal el chiste del piloto.
• “¡Cuál no sería nuestra inmensa sorpresa, cuando, en efecto, nos despertó a la mañana siguiente la sirena de la “Uruguay”!… Saltamos todos de nuestras bolsas de dormir y corrimos afuera; asustando a los pacíficos pingüinos. “¡Allí, a menos de un tiro de fusil de la playa estaba una corbeta que enarbolaba los colores blanco y azul, desconocidos hasta entonces en esos mares!
• Algún comentario atribuyendo a la suerte el éxito de rescate llegó a oídos del propio jefe de la misión, Dr. Nordeskjold. “¿Suerte? – exclamó el explorador – La pericia, el valor, la intrepidez, “¿Se llaman aquí suerte? “¡No lo creo! “¡No lo creo! Irízar ha llevado la “Uruguay” un grado más al sur del sitio donde se perdió el Antárctic en época de deshielo. Eso no es suerte; esto se llama vencer intrépidamente los obstáculos y cumplir la misión que le había sido confiada con notable pericia”. Y todavía, aludiendo al instante en que divisó a los salvadores, entre los “¡Viva la Argentina!, acotó: “francamente, no creía que esta joven república aventajara a naciones extranjeras en una obra de esta naturaleza”
Fragmento de entrevista al
Dr. Karl Skottberg, sobreviviente del Antárctic
Fuente: Noticias, Boletin Informativo Nº 8. Asociacion Pro Memoria de Capilla del Señor – 14/09/03